Se basa en productos vegetales, principalmente productos hortícolas, fruta, pan, cereales, legumbres frescas (alubias, garbanzos, habas, etc.) y frutos secos (nueces, almendras, castañas, pasas, etc.), pero también en el aceite de oliva como principal fuente de grasa y en el consumo de pescado.
La dieta mediterránea también se distingue por el consumo moderado de lácteos, el uso de hierbas aromáticas para sustituir la sal, el consumo moderado de vino , el consumo de agua como principal bebida a lo largo del día y, la convivencia en torno a la mesa.
La dieta mediterránea también se distingue por el consumo moderado de lácteos, el uso de hierbas aromáticas para sustituir la sal, el consumo moderado de vino , el consumo de agua como principal bebida a lo largo del día y, la convivencia en torno a la mesa.
Estos alimentos, que consumimos en temporada y adquirimos en el comercio local o incluso en los mercados tradicionales, al ritmo de las cosechas, forman parte de una cocina sencilla que los prepara de modo que conserven todos sus nutrientes. Así nos podemos encontrar las sopas, los cocidos y guisos, los ensopados y las calderetas, que mantienen las propiedades antioxidantes de los ingredientes, contribuyendo a una mayor longevidad de sus consumidores.
También afecta el clima, los paisajes, las culturas que confluyeron y asimilamos en este territorio, y el estilo de vida, convierten un país de extensa costa atlántica como Portugal en una verdadera patria de la dieta mediterránea.
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