La dieta Mediterránea es considerada por muchos la más saludable del mundo por el equilibrio que existe entre los distintos alimentos que la componen y además por los hábitos saludables que están contemplados en este estilo de vida.
Los países bañados por el mar Mediterráneo tienen un clima privilegiado que favorece el cultivo de diversas especies vegetales que nos proporcionan los frutos emblemáticos de nuestra dieta. El primer lugar lo ocupa el protagonista absoluto de la dieta mediterránea: el olivo. Su fruto, la aceituna de mesa podría perfectamente clasificarse dentro de las frutas, por ser el fruto comestible del olivo y cuya carne rodea la semilla. En este trabajo no la trataremos dentro de esta categoría, ya que nutricionalmente estará considerado dentro del grupo de las grasas.
Las higueras, las viñas, los cítricos, como los olivos son parte de la esencia del Mediterráneo, aunque también se aprecia una gran variedad de otros árboles frutales según la zona en la que nos encontremos, como granada, albaricoque, melocotón, manzana, pera, diversos frutos del bosque: grosellas, moras y frambuesas. En la temporada estival crecen abundantes melones y sandías de excelente calidad en huertos de toda la región.
La fruta fresca debe ser el postre habitual, sustituyendo los dulces y pasteles que deberían consumirse solo ocasionalmente. Son también una buena alternativa a media mañana y como merienda.
Los frutos secos, como la almendra, la avellana, castañas y nueces, son fuente de proteínas vegetales, grasas sanas y mucho calcio. Suelen aparecer como ingrediente en numerosas elaboraciones y su consumo es muy recomendable como aperitivo entre comidas.
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