Durante
varias décadas del siglo pasado, se consideraba al huevo como uno de los
alimentos imprescindibles para un buen estado de nutrición. Sin embargo, su
consumo empezó a caer de forma muy acelerada durante la década de los años 70 y
los 80, debido al mensaje equivocado de que los huevos, por su contenido de
colesterol, suponía un factor de riesgo en enfermedades cardiovasculares. En la
última década del siglo pasado comenzó a recuperar su papel en la dieta, al
comprobarse que no era cierta esta preponderancia como factor de riesgo. De
hecho, el huevo es un alimento muy valioso desde el punto de vista nutricional
que tiene un papel destacado en la dieta mediterránea, recientemente proclamada
Patrimonio Cultural Humanidad.
A
diferencia de la riqueza energética del huevo, que es relativamente pobre, su
riqueza proteica es muy alta y de gran calidad nutritiva debido a la
concentración y equilibrio en que se encuentran los distintos aminoácidos que
las constituyen, tanto en la proteína del albumen como en la yema. La FAO la
toma como término de referencia, al prestar proporciones equilibradas de todos
los aminoácidos esenciales, que son aquellos que nuestro organismo es incapaz
de producir por sí mismo.
La
proteína del huevo destaca por su riqueza en aminoácidos azufrados y un menor
contenido en lisina, lo que no supone una calidad nutricional inferior debido
al propio equilibrio que mantiene la lisina con los restantes aminoácidos.
Las
proteínas y sobre todo el conjunto de aminoácidos que contienen, son
importantísimos en la época del crecimiento, ya que son las que, junto con el
agua y las sales minerales, intervienen en la composición de las células y en
la formación de tejidos, asegurando el crecimiento y reponiendo desgastes:
Además de esta función plástica, algunas proteínas del organismo forman los
anticuerpos( que intervienen en la defensa), siendo una de las razones por las
que son también indispensables para el adulto
Además
de proteínas el huevo aporta cantidades significativas de una gran cantidad de
vitaminas (A, B2, biotina, B12, D, E etc.) y minerales (fósforo, selenio, hierro,
yodo, cinc) que contribuyen a cubrir gran parte de las necesidades diarias de
nutrientes. La acción antioxidante de algunas vitaminas y oligoelementos del
huevo ayudan a proteger el organismo de procesos degenerativos como el cáncer o
la diabetes, así como las enfermedades cardiovasculares.
La
parte de la grasa está en la yema del huevo, también se encuentran nutrientes
muy interesantes, sobre todo vitaminas liposolubles (A, D, E, K). También
destacar el hierro, los folatos, y la vitamina B12 de la que no llegamos a
ingerir la cantidad diaria recomendada en la dieta.
La
biotina es otro nutriente esencial que se encuentra en el huevo, vinculada a la
protección de la piel y al mantenimiento de importantes funciones corporales.
Pero no se asimila si se consume huevo crudo, por ello es recomendable calentar
las yemas hasta la coagulación.
Además,
los huevos contienen. riboflavina (20% de la cantidad diaria recomendada),
importante para el crecimiento corporal y la producción de glóbulos rojos,
selenio (12%) un potente antioxidante, y vitamina k (31%), que interviene en la
coagulación sanguínea.
La
yema es fuente de luteína y zeaxantina se encuentran en la yema, ambos son de
la familia de los carotenoides que nuestro organismo es incapaz de producir, de
manera que la única forma de obtenerlos es a través de la dieta. Se ha
demostrado que estos pigmentos filtran la luz, estabilizan las membranas y se
unen a proteínas de transporte de la retina, lo que indica un diferente papel
de los mismos a nivel ocular. Estos carotenoides están presentes en grandes cantidades
en alimentos vegetales, sobre todo de hoja verde, como la col y las espinacas.
Sin embargo, también en concentraciones elevadas en la yema del huevo, siendo
la única fuente de origen animal de luteína y la zeaxntina. Asimismo, los
estudios muestran que el contenido y la composición de la grasa de la yema
ayudan a que la luteína y la zeaxantina encuentran su camino a través de nuestro
organismo hasta depositarse en el ojo, como las cataratas o la degeneración
macular asociada a la edad.
Por
cierto, otros estudios han demostrado que esos pigmentos pueden ayudar a
reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer, particularmente de pecho y
pulmón, y otros sugieren una potencial contribución de los, mismos en la
prevención de patologías cardiacas.
Las
enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad en la
mayoría de los países desarrollados. Los factores de riesgo de las enfermedades
cardiovasculares son. El tabaco, la hipertensión y los niveles altos de
colesterol en sangre. En cuanto al colesterol, si bien es evidente que las
ingestas de cantidades de grasas saturadas incrementan los niveles de
colesterol en plasma, especialmente el LDL., la relación entre el colesterol en
sangre nunca ha sido del todo establecida, y continúa siendo un tema de intenso
debate
En
las últimas décadas, un gran número de estudios clínicos y de encuestas
epidemiológicas han investigado acerca de la relación entre colesterol
dietético y el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Estos estudios
han relevado que no existe ninguna relación entre el colesterol de la
dieta y la incidencia de enfermedad
cardiovascular. No se ha encontrado ninguna relación entre el consumo de huevos
y la enfermedad cardiovascular; el colesterol dietético no está relacionado con
el hecho de sufrir enfermedades coronarias.
Estudios
hechos con individuos con hiperlipidemia y el consumo de huevos concluyó que
consumo de huevos no afecta a la función endotelial. La función endotelial se
refiere a la respuesta de las arterias y, juega un papel importante en la
patogénesis de la arteriosclerosis, la hipertensión, las enfermedades
cardiovasculares y la diabetes. Por ello la disfunción endotelial se relaciona
enormemente con la enfermedad coronaria y con sus factores de riesgo.
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